Cuestiona tus pensamientos y desmonta las ilusiones de tu mente
Las películas que nos montamos son una ilusión de la mente, una creación propia en la que nosotros mismos nos convertimos en guionistas. Podemos pasar horas y horas comiéndonos la cabeza con nuestras películas mentales, donde nos vemos como los héroes o villanos de nuestra propia historia.
La trama se compone de diversos elementos que van desde juicios y pensamientos hasta aspiraciones y deseos. Cada uno de estos elementos es una pieza esencial que construye nuestro argumento. Hay protagonistas y secundarios, malos y buenos, sentimientos y emociones que se reflejan en la trama.
En la mayoría de las ocasiones, nos identificamos con los personajes buenos de nuestras películas. Pero, ¿quién escribe ese guion nuestro? ¿Qué es lo que lo compone? Si miras más de cerca, encontrarás que el miedo a la incertidumbre, a la soledad, a la muerte, entre otros, es el protagonista principal de nuestras películas mentales.
También hay otro elemento importante, como las creencias, que moldean nuestros juicios y nos ayudan a crear la trama de nuestra película. Lo que creemos de nosotros mismos y de los demás, así como nuestras expectativas sobre cómo deberíamos ser o cómo debería ser la sociedad, también influyen en la historia de las películas que nos montamos.
Así, empezamos a generar películas mentales en las que nos enfrentamos a aquellos que no comparten nuestras creencias o no actúan como deseamos. En lugar de dejarnos llevar por estas películas mentales, es fundamental reconocer que son solo eso, una creación de nuestra mente, y no permitir que influyan en nuestra vida diaria.
Creando los Personajes
Creando los personajes en nuestra mente, nos aferramos a creencias y pensamientos que nos engañan y nos hacen asumir posiciones. Nos separamos del resto, creamos identidades ficticias y actuamos en función de esas divisiones. Esta actitud es el origen de los conflictos, ya que solo buscamos corroborar nuestras creencias y sentirnos seguros. Sin embargo, al vivir identificados con nuestra “película personal“, no somos libres para ver la realidad. Solo vemos los títeres y no los hilos que los mueve: nuestros temores, creencias y memorias viejas.
Para comprender la realidad, debemos prestar atención a lo que mueve nuestros títeres. Debemos cuestionar nuestras creencias y temores para dejar de identificarnos con nuestra historia personal. Debemos ser conscientes de que esas divisiones son invenciones del pensamiento y no la realidad. Solo así podremos ver más allá de las apariencias y comprender que todos compartimos un proceso interno similar.
Al asumir posiciones y creencias, nos cerramos a la comprensión y al diálogo. Nos aferramos a nuestra “película personal” para sentirnos seguros, pero esto nos impide ver la realidad y comprender a los demás. Debemos cuestionar nuestras creencias y temores para ser libres y abiertos al diálogo. Solo así podremos crear un mundo más justo y equitativo, en el que prevalezcan la comprensión y el respeto mutuo.
El final de nuestra película
Elegir el final de nuestra película es una tarea importante, ya que la forma en que vemos el mundo afecta nuestro bienestar. Al tomar consciencia de los pensamientos y creencias que nos mueven, podemos alcanzar un final feliz. Debemos explorar nuestras películas internas con curiosidad y deseo de comprender, para que podamos liberarnos de los fantasmas del miedo que nos impiden ser libres.
Esto no es un proceso fácil y requiere esfuerzo y perseverancia, pero es posible. Al liberarnos de nuestras películas personales, podemos construir una libertad auténtica y verdadera. Esta libertad nos permite experimentar la vida de una manera completamente nueva y más enriquecedora. No podemos predecir el final de nuestra película, pero al ser conscientes de nuestro mundo interno y al tomar medidas para cambiarlo, podemos asegurarnos de que el final sea satisfactorio y feliz.