La práctica de la meditación para el alivio del dolor crónico se ha convertido en un enfoque cada vez más popular y efectivo para aquellos que buscan aliviar las molestias asociadas con condiciones de dolor duraderas. Esta técnica milenaria, que implica el entrenamiento de la mente para desarrollar una mayor conciencia y aceptación del momento presente, ofrece una herramienta poderosa para aquellos que luchan contra el dolor persistente.
¿En qué consiste la meditación?
La meditación es un entrenamiento increíble para nuestra mente que busca cambiar la manera en que vemos la realidad, con el fin de aliviar o eliminar el sufrimiento humano en todas sus manifestaciones. ¿Cómo funciona? Bueno, básicamente consiste en ejercitar nuestra capacidad de prestar atención a diferentes objetos de meditación.
Lo primero que se logra al practicar meditación es calmar la mente y luego se puede observar con mayor facilidad las causas que originan el sufrimiento. La finalidad de esta observación es ir eliminando gradualmente los pensamientos, emociones, palabras y acciones que generan ese sufrimiento.
Uno de los objetos de meditación más utilizados es la respiración, pero también se pueden utilizar objetos físicos, sonidos, emociones, pensamientos, conceptos como la compasión, la experiencia psicofísica del momento presente o incluso la sensación del dolor.
Meditación para el alivio del dolor
Lo que muchos no saben es que la meditación tiene sus orígenes hace unos 2500 años en India y en un principio no se buscaba encontrar una alternativa analgésica no farmacológica al dolor, ni tampoco minimizar los efectos adversos de las terapias disponibles en ese momento. Los objetivos originales de la meditación eran y siguen siendo aliviar o eliminar el sufrimiento humano. Dado que la experiencia del dolor es una forma de sufrimiento, la meditación puede ofrecer beneficios para reducir el dolor también.
Cuando se utiliza como estrategia terapéutica para el alivio del dolor, la meditación comienza por calmar la mente y luego involucra una contemplación consciente y atenta de la experiencia dolorosa, transformando su percepción y significado. Al hacer esto, los componentes emocionales aflictivos asociados con la experiencia se separan y abandonan. El resultado final es una aceptación más tolerable de la experiencia dolorosa, con menos componentes emocionales aflictivos limitantes.
Aunque la meditación se viene practicando en las culturas orientales desde hace muchísimo tiempo, recién en los años 70, el mundo moderno occidental comenzó a prestarle atención y a descubrir su potencial. En esos años, aventureros, artistas, curiosos e investigadores de neurociencia visitaron Sri Lanka, India, Burma y Vietnam para conocer más sobre esta práctica contemplativa.
Las primeras investigaciones sobre la meditación
Te cuento una historia interesante: resulta que en los años 70, un joven estudiante de psicología de Harvard llamado Richard Davidson se interesó en el funcionamiento de la mente y comenzó a investigar sobre la meditación. Pero lo curioso es que no estaba solo, pues se unió a un biólogo chileno llamado Francisco Varela, quien también estaba fascinado por el tema.
Estos dos hombres trabajaron juntos y sentaron las bases para lo que sería un diálogo muy importante entre la neurociencia y la espiritualidad. El resultado de sus investigaciones fue el inicio de un sinfín de estudios científicos sobre los beneficios de la meditación.
Si te interesa saber más sobre esta cruzada científica, puedes leer el libro de Richard Davidson “Los beneficios de la meditación” o “Altered Traits”. Es fascinante cómo la meditación, una práctica milenaria de la cultura oriental, ha logrado captar la atención del mundo occidental y la comunidad científica en busca de respuestas sobre cómo funciona la mente y cómo podemos mejorar nuestra calidad de vida.
En este libro se explica que los tipos de meditación que tienen raíces budistas han superado los rigurosos análisis científicos. Por ejemplo, la atención focalizada en la respiración, la meditación sobre la compasión, y la meditación vipassana, que es la base del mindfulness. Me pregunto por qué estos tipos de meditación son más efectivos que otros. Tal vez tenga que ver con la atención plena y la capacidad de observar los pensamientos y las emociones sin juzgarlos.
Jon Kabat-Zin y el MBSR
En el año 1979, Jon Kabat-Zinn, un biólogo de Estados Unidos, puso a prueba un programa de meditación llamado Mindfulness based stress reduction (MBSR) en pacientes con dolor crónico en el centro médico de la Universidad de Massachusetts. Él siguió a 225 pacientes durante 4 años y los sometió a una intervención de 8 semanas de meditación. Kabat-Zinn introdujo el término “mindfulness” como una traducción al inglés de la palabra Pali “sati”, que significa un estado especial de atención plena en el momento presente con amabilidad, sin juicios y con la capacidad de discernir lo hábil o virtuoso de lo inútil o perjudicial. El mindfulness tiene sus raíces en el budismo y se basa en contemplar nuestro cuerpo y mente de cuatro formas diferentes.
El postulado de Kabat-Zinn era que al contemplar el dolor bajo este tipo de atención, las personas podrían disminuir la intensidad de la experiencia global del dolor a través de eliminar los componentes emocionales que le daban un significado aflictivo al dolor, o a disminuir la identificación con el dolor. Los resultados de su estudio mostraron una moderada a gran disminución de la percepción del dolor en un 72% de los pacientes en los primeros 6 meses.
Este programa de meditación se ha difundido por todo el mundo y se aplica en personas con dolor crónico, trastornos ansiosos y depresivos. También se utiliza para investigación científica estandarizada. Muchas investigaciones se han realizado sobre los efectos analgésicos de la meditación, y muchos de ellos emplean el programa MBSR para estandarizar la intervención. Desde ese momento, la meditación ha sido una alternativa para tratar el dolor crónico de manera natural y efectiva.
Investigación en la Universidad de California
El Dr. Fadel Zeidan de la Universidad de California San Diego ha estado haciendo una investigación muy interesante en los últimos 10 años. Se ha enfocado en los mecanismos neurobiológicos que están involucrados en el efecto analgésico que tiene la meditación de Atención Plena o Mindfulness sobre el dolor crónico. Y los resultados han sido sorprendentes.
Uno de sus estudios más famosos es el titulado “Mindfulness meditation based pain relief employs different neural mechanisms than placebo and sham meditation induced analgesia”. En este estudio, se sometió a cuatro grupos de voluntarios sanos a estímulos dolorosos controlados. Uno de los grupos tenía entrenamiento en mindfulness genuino, otro grupo tenía entrenamiento en mindfulness falso, otro grupo era de placebo y un último grupo de control.
Para detectar actividad cerebral, se les hizo una resonancia magnética funcional a todos los grupos en condiciones basales, y luego bajo el estímulo doloroso. Y lo que se encontró fue muy interesante.
Por ejemplo, se demostró que en el grupo de meditación con Atención Plena, tanto el puntaje de disconfort ante el dolor como la intensidad misma del dolor disminuyeron. Y esto fue más efectivo que en el grupo placebo y en el grupo de Atención Plena falso (Sham mindfulness).
Además, cuando se aplicó un estímulo doloroso termal a las personas que habían seguido un entrenamiento de mindfulness, se observó una activación de la corteza orbitofrontal en sus resonancias magnéticas funcionales, que no aparecía en los otros grupos. Esta área cerebral es determinante para cambiar el significado de la experiencia dolorosa, eliminando el componente aflictivo emocional asociado al dolor.
Otra área cerebral importante involucrada en la disminución del dolor es la corteza cingulada anterior. Y en el grupo de mindfulness genuino también se observó una activación de esta área cortical, que no aparecía en el grupo de mindfulness falso.
Finalmente, se demostró una disminución de la actividad del tálamo y de la corteza primaria somatosensorial primaria, exclusivamente en el grupo de mindfulness genuino. Esto es muy interesante porque las aferencias sensitivas dolorosas entran al encéfalo a través del tálamo y luego viajan desde ahí hasta la corteza primaria somatosensorial, donde se procesa la intensidad y ubicación del dolor.
En conclusión, los estudios del Dr. Zeidan sugieren que la meditación de Atención Plena puede ser una herramienta muy poderosa para aliviar el dolor crónico. Y no sólo eso, sino que también están ayudando a entender mejor los mecanismos neurobiológicos detrás de este efecto analgésico.
¿Puede ser la meditación una terapia para el dolor?
¡La meditación parece ser una gran herramienta para el control del dolor crónico! Pero es importante recordar que los pacientes que quieran probar esta práctica deben seguir también sus tratamientos convencionales y conversar con sus médicos sobre cómo ir ajustando las dosis y requerimientos analgésicos.
Los profesionales de la salud también deben estar al tanto de los distintos tipos de meditación que han sido estudiados científicamente en relación con el dolor. Los resultados de los estudios de Kabat-Zinn y Zeidan son muy alentadores, pero aún hace falta más investigación a gran escala para consolidar la evidencia científica sobre los beneficios de la meditación para el dolor.
No obstante, la evidencia que tenemos hasta ahora es muy interesante y sugiere que la meditación podría ser una terapia relevante para considerar en el tratamiento del dolor crónico, especialmente si consideramos lo común que es este problema en la población general, el enorme costo que supone para los gobiernos, y los efectos adversos de algunos fármacos utilizados en el tratamiento del dolor. ¡Estaremos atentos a futuras investigaciones sobre este tema tan importante!